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VÍA DE ESCAPE

La emigración se ha convertido en una de las principales consecuencias de la crisis económica reinante en España desde 2008. Huyen del país buscando mejores condiciones de trabajo o de, sencillamente, una forma de seguir viviendo. Es el día a día de muchos españoles azotados por deudas o ausencia de capital para enfrentar una vida cada vez más cara. Es el caso de Aurora, Tino, Joan, Daniel y Adrián, quiénes están, cada uno en un continente, reconstruyendo su vida. 

Ahora, de vuelta a Barcelona por la grave enfermedad de su padre, se emociona cuando habla de lo mucho que echa de menos sus orígenes, su tierra. Asegura que si pudiera volver atrás tomaría la misma decisión, aunque quizá en otro país: viajar ha abierto sus horizontes. No duda, sin embargo, cuando dice que hay muchos españoles como ella en La Plata. Y que todos están allí por lo mismo: en busca de comida.

Como vemos reflejado en Aurora, la emigración en España se está convirtiendo en una norma dentro del nuevo modo de vida que impone la crisis económica. Según ‘Estadísticas de Migraciones 2012’, elaborado por el INE, el año pasado emigraron desde España 476.748 personas. De ellas, únicamente 59.724 eran españolas (es decir, un 12% de los que emigran). Aunque esta cifra solo suponga un 7,7% más de aumento que la de 2011, representa un flujo de salida un 66% mayor al del inicio de la crisis, en 2008.

Aurora huyó de la crisis económica que reina en España estableciéndose en La Plata. Cerró el bar de estilo argentino que regentaba con su marido en Sabadell, cogió las maletas y se fueron, juntos, al país de origen de él: Argentina. Ahora trabajan, él de chófer administrativo, transportando a personal jurídico como abogados o jueces, y ella en una empresa argentina de indumentaria infantil. Sin embargo, su intención es volver y reabrir un bar de comida argentina. “No fue una decisión tomada por mí, fue un ‘sí o sí”, es lo que hay en estos momentos”.

 

La experiencia de Aurora es grata y habla del cambio de vida como una experiencia personal que ha enriquecido su forma de ser y de ver las cosas, así como una manera de conocerse mucho mejor a sí misma y sus límites. Sin embargo, el proceso ha sido complicado, incluso su situación allí sigue siendo compleja: con el estallido de la crisis en el país, se coló en territorio argentino el fenómeno ‘narco’ proveniente de Méjico. Los narcotraficantes han tomado los barrios más marginales de las ciudades y han impuesto su propio sistema. A parte, captan niños a los que drogan con “paco” -una sustancia sobrante de la heroína, parecida al crack- y que están dispuestos a hacer el trabajo sucio por una escasa recompensa. Como en otras muchas ocasiones, se usa a los niños porque, al ser menores, jurídicamente son menos punibles. Aurora tiene un hijo de 7 años. Todo este contexto, según ella, ha coartado mucho su libertad y sus relaciones sociales: la inseguridad es dueña de la calle y no conoce tanto su entorno como lo hacía en Sabadell, su ciudad natal.

Uno de los primeros en decidir formar parte del entonces discreto porcentaje de emigrantes españoles fue Joan Dellà. Ahora residente en Terrassa, Joan acabó la carrera de magisterio y se trasladó, en 2008, a Egipto, donde ocupó un puesto de dirección en la Escuela del F.C. Barcelona en El Cairo. A pesar de no dominar el inglés, Joan se lanzó a la aventura entendiendo la oferta como una gran oportunidad profesional. El mismo proyecto, un año más tarde, le llevó a Dubai, Emiratos Árabes Unidos, para coordinar la segunda escuela de fútbol del lugar, vinculado, aún, al F.C.B. Allí su función era, tanto educar y entrenar a los niños con la metodología del Barça, como enseñar a los entrenadores la manera de transmitir aquella información a los niños. Joan volvió a Catalunya hace 3 años, pero todavía recuerda la sensación de retroceso social que sintió al aterrizar en la capital egipcia. Más tarde, observó el desequilibrio en la Arabia más acomodada, en la que indios, pakistanís y bengalís trabajan de sol a sol. Son los “esclavos modernos”. Dice haber vuelto porque si se hubiera quedado “no hubiera sido feliz, pues ni las condiciones, ni el entorno” le eran favorables, al final. 

DE ORIENTE A MAURITANIA

Así que volvió y, en su caso, el riesgo fue tomar esa decisión. Regresaba a España sin ninguna seguridad de trabajo, en plena crisis económica, y movido por haber conocido el amor a través de Internet. Ahora, compartiendo piso con la misma chica que determinó su vuelta, trabaja en l’Escola Petit Estel en Terrassa como profesor especialista en inglés. También lo hace en Cornellà dando clases de tecnificación a niños foráneos  para mantener su relación con el fútbol. Es feliz y se declara responsable, prudente, constante y con capacidad de adaptación. Si volviera atrás, volvería a irse.

Su caso es parecido al de Constantito. Tino, como prefiere que le llamen, es un ingeniero industrial que hará cerca de 2 años –tras otros 2 en paro- encontró una oferta de trabajo para una empresa española en Mauritania. No era la primera vez que salía del país para estancias largas y asegura estar preparado para lo que encontró. Confiesa, sin embargo, que el cambio fue drástico: no existen las comodidades que tenemos aquí y el paisaje corriente está formado por niños jugando descalzos, camellos, cabras, pueblos con tres calles asfaltadas, casas de barro… Tino tenía un contrato para 18 meses, prorrogables a 3 años o, incluso, 3 años y medio. Sin embargo, abandonó el proyecto a los 15 meses. “Fue, principalmente, debido a estar aislados, porque vivíamos en un campamento en medio del desierto” explica Tino, “a lo que debes sumar la ausencia de mujeres –sobreexistencia de testosterona-, gente que tenía que dormir en barracones…. En definitiva, tensión acumulada que termina en compañeros que dejan de ser compañeros. Llegó un momento en que decidí que era suficiente para mí a nivel personal”.

 

El ingeniero, procedente de Badía del Vallès, explica como, a pesar de no haber temido nunca por su vida, vivió situaciones extremas que se juntaron con enfermedades y malestar físico: durante su estancia en Mauritania detonó un conflicto bélico en el país fronterizo que provocaba el cruce de tanques por donde él residía, así como la visita constante de comandantes y militares armados. Igual que Joan, esa serie de acontecimientos le hicieron volver a España con las manos vacías. Tino se define a sí mismo como una persona con cabeza, responsable y muy reflexivo, y asegura que fue una decisión tomada con prudencia. Tenía dinero ahorrado y vino, directamente, a descansar. Sin embargo, meses más tarde ya estaba planeando la búsqueda de otro trabajo en el extranjero. Búsqueda que le instaló, tiempo después, en Bristol, Reino Unido. Ahora, sin embargo, se plantea volver a Mauritania: sus jefes han mejorado las condiciones que le hicieron partir.

DESTINOS COMUNES

No debe ser casualidad que Tino eligiera Bristol al quedarse en ‘stand-by’ en Barcelona. Un estudio de El Periódico asegura que, desde que empezó la crisis, la emigración española se ha dirigido fundamentalmente a la Unión Europea. En contraste con la impresión generalizada, Alemania -con 19.462 emigrantes- no es el destino más recurrente, sino que lo es el Reino Unido, donde han emigrado 30.779 españoles según los datos del INE, y hasta 112.980 según fuentes oficiales del propio gobierno británico.

A Bristol precisamente es donde volaron Adrián Corral y su hermana buscando un futuro mejor. Ni siquiera hace dos meses que se encuentran en esta ciudad del sur de las islas británicas y ya comienzan a ver con más optimismo su camino en los próximos meses. Aterrizaron sin trabajo, sin residencia fija y sin ahorros pero con muchísima ilusión. Ahora que los dos están trabajando comienzan a estar algo más tranquilos. "Tener trabajo, al menos, te ayuda a estar algo más relajado y vives con menos presión" afirma Adrián. Por fin empiezan a ver la luz al final del túnel.

 

Daniel Moreno, por su lado, lleva año y medio viviendo en Melbourne, trabajando de ‘care assistent’, lo más parecido a un enfermero allí, en Australia. Los fronteras australianas también están, como las londinenses, muy acostumbradas a recibir manadas de forajidos. De origen colombiano, Daniel se fue de Barcelona movido por su situación de parado tras 4 años trabajando en un hospital de Terrassa. Asegura que su experiencia no fue fácil. En primer lugar, porque antes de proporcionar el visado, en Australia se pide que se acredite un sustento económico fiable para subsistir por lo menos un año. Se deben asegurar 1.600 dólares por mes. Él y su mujer, Lili, que partió junto a él, sortearon este obstáculo gracias al aval de la hermana de su esposa, quién afirmó, en una carta, que les respaldaría económicamente durante ese primer año. En segundo lugar y tercer lugar, respectivamente, porque no dominaban el idioma y porque los trabajos que encontraron de primeras fueron los más precarios: lavar platos en restaurantes, lavabos en hoteles…

 

Ahora, Daniel y Lili son más felices que nunca. “El cambio a nivel laboral ha sido brutal” explica Daniel, “gano lo mismo que podía ganar como profesional en España, pero con muchas menos horas”. Detalla, además, que la sociedad australiana es muy agradecida y amable con todo aquel que llega de fuera. La gente, según él, está muy acostumbrada a la emigración: “no hemos tenido ningún problema, en este sentido, incluso te respetan por tu cultura y religión”.

EMIGRACIÓN Y DEBATE

El debate, en este punto, se hace extenso: a pesar de que la emigración se ha convertido en uno de los dramas del país, son muchos los que defienden que no es tanta la huida o que, incluso debería haber más, considerada la pésima situación española. ‘El País’ defiende que el número de ciudadanos españoles nacidos en España y residiendo en el extranjero sólo ha aumentado en 40.000 personas desde el año 2009, una cifra muy pequeña si se compara con la población española, de más de 47 millones. De hecho, siguen habiendo tres veces más inmigrantes en el país -6.466.000 personas que nacieron fuera viven en España- que ciudadanos españoles, autóctonos o no, residiendo fuera. El ‘Huffington Post’, sin embargo, ofrece un conjunto de datos que no reducen la situación a algo normal: en los nueve primeros meses del año 2013 se fueron de España 420.150 personas –54.912 españoles-.

 

El hecho de que la emigración española haya aumentado tanto es un claro síntoma de la cada vez más paupérrima situación laboral o, sencillamente, de condiciones de vida que ofrece España. Es posible que sean datos que incluso asombren por bajos, si abrimos el campo de visión hasta la cifra del 26% de paro. Pero no por eso deja de ser preocupante. Aurora, un poco en línea con la idea de El País, aconseja irse: “aunque te marches con tu pareja o tu familia, la vida es tuya y eres tú la que debes enfrentarte a las nuevas situaciones que vives. Puedes tener apoyo moral, sí, pero eres tú sola la que se levanta cada día, la que lucha, la que debe buscarse la vida”. Toda una experiencia vital. Joan, coincidiendo con Aurora, proclama a los cuatro vientos que “tienes que hacer lo que sea con el objetivo de alcanzar la felicidad y, si esto comporta irse lejos, debes partir”. Comenta, además, que siempre quiso realizar un año de Erasmus pero las expectativas personales lo ataron a España en su etapa académica. Nada más lejos de la realidad, encontraría su oportunidad para ejercer su particular Erasmus laboral al acabar la carrera, tres años en el Oriente Medio que derivaron en un regreso por amor. Tino, a su vez, intenta poner un poco de cabeza en el asunto y prevenir, sobretodo a jóvenes que recién salen del sistema estudiantil, que no es algo que se pueda hacer sin pensar. Para él, independizarse de casa por primera vez saliendo del país es un cambio que pocos podrán afrontar con entereza, sobre todo si los niveles de idioma no son los propios para vivir con tranquilidad. Tino apoya viajar, establecerse fuera, por supuesto -las condiciones de España casi obligan a ello-, pero siempre con prudencia y cautela, y con ciertas condiciones que ofrezcan seguridad y un plan de vida medianamente establecido en el lugar de destino. (...) Daniel, quién asegura que volvería a Barcelona solamente en calidad de turista, dice estar muy satisfecho con la decisión tomada y que volvería a repetirla una y otra vez. El balance positivo de su experiencia, y el haber encontrado el éxito fuera, le acredita para recomendar a todo aquel que viva aquí bajo condiciones injustas, que tome las riendas de su vida y marche a buscar lo que quiera, dónde quiera: su caso lo deja claro, hay muchas oportunidades esperando alrededor del mundo.

 

Siempre es positivo tener una vía de escape.

         Según el INE, el año pasado emigraron desde España 476.748 personas, aunque solo el 12 % de todas ellas eran españolas

         Casi toda la emigración española se expande por la Unión Europea. En contra de lo que se tiende a pensar, el destino más propenso es el Reino Unido. 

                   Hay muchas oportunidades esperando alrededor del mundo. Siempre va bien tener una vía de escape

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